Propiedad intelectual: la polémica está servida

Internet ha transformado por completo los hábitos de consumo de cultura. Y lo que es más importante, ha eliminado las barreras técnicas de reproducción y copia en las que se basaba, hasta ahora, la industria de la cultura. El resultado es un duelo a muerte entre los usuarios, que desean mantener a toda costa el acceso gratuito a música, películas y libros, y algunas asociaciones de autores y distribuidores, que ven tambalearse su medio de vida.

La solución no es fácil. Para algunos, pasa por distribuir música gratis y volver al directo como fuente principal de ingresos para los músicos. Pero esa fórmula difícilmente puede servir para el cine o la literatura. Para otros, se deben impulsar las descargas legales a un precio atractivo. Casi todos coinciden en la necesidad de eliminar intermediarios… excepto los propios intermediarios, claro está. Algunas editoriales electrónicas, por ejemplo, están ofreciendo ya a los autores un 40% de los ingresos por libro vendido, cuando el porcentaje raramente alcanza el 10% en el caso de la industria editorial convencional.

El anteproyecto de ley de economía sostenible ha complicado aún más las cosas, si cabe, al prever un control sobre Internet que muchos internautas consideran inaceptable.

Al margen de lo que opinemos sobre el futuro inmediato de la industria cultural, es interesante saber en qué consiste la propiedad intelectual y cuáles son, por ahora, las leyes vigentes.

Derechos de autor y otros

Hay dos tipos de derechos de propiedad intelectual. Por un lado están los derechos de autor, que corresponden únicamente, como su nombre indica, a la persona que crea una obra literaria, artística o científica. Por otro, una serie de derechos genéricos de propiedad intelectual que afectan a intérpretes, productores o emisoras de radiodifusión.

El derecho moral y el derecho económico

Por otra parte, la legislación española distingue entre derechos morales de autor y derechos de explotación.

El de autoría es un derecho inalienable e intransferible, que no se puede vender, pero que solamente aporta beneficios morales: básicamente, el derecho a ser reconocido públicamente como autor o intérprete de una obra y el derecho a que nadie altere esa obra sin permiso del autor.

Los derechos de explotación, en cambio, sí pueden cederse o venderse a terceras personas. El autor y otros titulares (productores, intérpretes, etc…) perciben una remuneración a cambio de permitir la reproducción o la explotación comercial de su obra.

Normalmente, el derecho moral de autor no caduca nunca. El derecho de explotación comercial, en cambio, se extingue setenta años después de la muerte del autor: transcurrido ese tiempo, la obra pasa a ser de dominio público y sus descendientes dejan de percibir beneficios.

Dos puntos polémicos: la copia privada y las entidades de gestión de derechos

La copia para uso privado, no lucrativo, es perfectamente legal. No obstante, los dispositivos que permiten realizar copias privadas (discos y aparatos reproductores de CD y DVD) han sido gravados con un canon que se ha de pagar en el momento de la compra. Muchos usuarios perciben este impuesto como injusto.

El otro punto débil de esta medida es que el cánon recaudado no va a parar directamente a los autores, cosa que sería muy difícil de llevar a la práctica, sino a entidades de gestión, como la SGAE, la más célebre e impopular de todas ellas.
¿Qué son las entidades de gestión? Asociaciones sin ánimo de lucro que tienen como objeto proteger los derechos de propiedad intelectual de autores, productores e intérpretes. Fundamentalmente protegen sus derechos de explotación, puesto que los derechos morales quedan garantizados, al menos en teoría, por otro organismo: el Registro de la Propiedad Intelectual, un archivo en el que cualquier ciudadano puede depositar un ejemplar de una obra propia. En caso de que otra persona se atribuya la autoría, el registro sirve como prueba.

El problema es que las entidades de gestión aglutinan no sólo a los creadores, sino también a productores y distribuidores poco dispuestos a cambiar de modelo económico, mientras que su público está, por su parte, cada vez menos dispuesto a pagar el mismo precio que antes.

Para saber más:
Centro de Documentación de Propiedad Intelectual

[busqueda cursos=»propiedad intelectual, derechos de autor»]

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