Prepararse un Examen

Una vez finalizado el trimestre o cuatrimestre, el profesor debe evaluar los conocimientos y aptitudes que el alumno ha adquirido durante ese periodo y la manera habitual de hacerlo es mediante una prueba oral o escrita. Lejos de beneficiar nuestra nota académica, las noches sin dormir y estudiar en el último momento solo hace que empeorar nuestros nervios y nuestro resultado.

  • Antes del examen:

Planificar el examen con antelación es el mejor consejo que se puede dar. Así la información a asimilar se raciona en el tiempo disponible y no acaba reducida a 10 temas en una sola noche, cosa que despierta ansiedad y nervios.
No solo hay que aprenderse lo que se está memorizando, sino que además se ha de razonar y entender, cosa que es importante hacer con un buen método. Si no se ha comprendido lo que se ha estudiado difícilmente se podrá recordar. Mucha gente confunde estudiar con comprender y en realidad son términos que están íntimamente ligados. Leer sin más, memorizar o copiar lo que pone en el libro son actividades pasivas que no posibilitan la comprensión de lo estudiado, sin embargo, utilizar técnicas de aprendizaje como el esquema, el subrayado o el resumen son comportamientos activos que facilitan la comprensión de la materia.

En primer lugar, se debe realizar una lectura rápida de lo que hay que estudiar, para tener una idea general de los contenidos; luego, es necesaria una segunda lectura analítica subrayando las ideas más importantes, y a continuación, elaborar un esquema que servirá de base para hacer un resumen del tema. Para finalizar, es importante, asimismo, repetir de forma oral o por escrito el esquema y entender y repasar todo.

Las técnicas de aprendizaje permiten tener una información lógica y visual de lo que se estudia. Por supuesto, si este trabajo se ha realizado con antelación, durante el transcurso del trimestre o cuatrimestre, será más fácil y más rápido asimilar y memorizar los contenidos que si se deja para el último momento. Pero además de estudiar, hay una serie de aspectos que el alumno debe tener en cuenta antes del examen para poder prepararlo eficazmente. En primer lugar, siempre será de ayuda prestar la debida atención al profesor en clase, atendiendo a los puntos en los que hace más énfasis, ya que estos temas tendrán siempre más probabilidad de salir en un examen; también es importante que se anoten las dudas que surjan durante el desarrollo de la clase y se consulten posteriormente con el profesor. Por otra parte, es fundamental conocer las prácticas habituales del profesor cuando programa un examen: qué tipo de examen suele poner, su forma de calificar, si suele repetir las mismas preguntas, a qué le da más importancia… para ello, además de preguntar al profesor, sería interesante consultar con alumnos de años anteriores, ellos podrán facilitar las mejores pistas para hacerse una idea del examen al que hay que enfrentarse.

Los expertos coinciden en que la noche antes del examen hay que descansar. Lo recomendable sería dejar de estudiar en torno a las diez de la noche y después realizar alguna actividad relajante como escuchar música, ver televisión o darse un baño. Eso sí, antes de acostarse, es imprescindible revisar que se cuenta con todo el material necesario para realizar el examen: más de un bolígrafo, calculadora si se permite, documento identificativo si es necesario o cualquier otro material que el profesor haya indicado en clase.

  • El día del examen:

Cuando se ha estudiado, olvidar los nervios e ir relajado al examen es fundamental para que éste se desarrolle con éxito. Preparar la mente para un examen evitará las sensaciones de angustia y ansiedad que se suelen producir en las horas previas a examinarse, evitando que se produzcan bloqueos mentales que impidan que el alumno demuestre eficazmente sus conocimientos.

Una vez dentro del aula, el profesor suele indicar las pautas principales para realizar el examen: tiempo disponible, número de folios permitidos, forma de completarlo… es importante que si al alumno le queda alguna duda en este sentido, la resuelva antes de comenzar, ya que estas pautas serán fundamentales para organizar el trabajo durante el examen.

Es recomendable hacer una primera lectura completa del examen y asegurarse de haberlo comprendido todo. Llegado el momento de afrontar las preguntas, en caso de duda, es el mejor momento para preguntar al profesor. Una vez hecho esto, el alumno puede hacerse un esquema mental para distribuir el tiempo del examen, dependiendo de la dificultad o extensión de cada pregunta y acordándose siempre de dejar unos minutos al final para el repaso de lo que se ha escrito. Los expertos recomiendan comenzar por aquellas que entrañan menor dificultad para el estudiante, de este modo, adquiere confianza y además las respuestas pueden servirle para establecer relaciones o conexiones con aquellas otras preguntas que le resulten más complejas de resolver. En todo caso, lo importante es responder siempre de una manera clara, atendiendo realmente a lo que se plantea.

En última instancia, no hay que olvidar que aunque lo más importante de un examen es el contenido, se debe prestar también mucha atención a su presentación. No es lo mismo para un profesor corregir un examen ordenado, con una letra clara y limpia, que otro lleno de borraduras y con letra ininteligible. Por eso, al redactar el examen es importante tener en cuenta estos aspectos: atender a los márgenes, numerar las páginas, ordenar las respuestas, evitar los tachones y escribir con buena letra. Por supuesto, revisar la ortografía forma parte fundamental del repaso final del examen, porque cometer continuos errores ortográficos, puede llevar a desvalorizar en gran medida el contenido de un buen examen.

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