Las escuelas de negocio se convierten en negocio

El origen de esta crisis ha demostrado que algo no funcionaba en las escuelas de negocio». Rakesh Khurana, profesor de la Harvard Business School y autor de estas palabras, se ha erigido como la voz discordante dentro de estas instituciones educativas americanas e identifica a la actual coyuntura como el detonante que ha puesto de manifiesto las carencias de las prestigiosas escuelas de negocios de Estados Unidos. «Estos centros han tenido parte de culpa en la crisis al fomentar la visión a corto plazo y al enseñar a los alumnos que el principal objetivo es que las acciones de su empresa suban de precio», considera Khurana. Lo que ha derivado en que «las escuelas se hayan convertido en un negocio, que no se preocupan por la educación, sino en ser una industria por sí solas».

A partir de este punto, el profesor, uno de los diez principales gurús del management según la revista Fortune, ha iniciado una revolución desde el interior de estos centros de estudios al criticar su modelo educativo, puesto que «el espíritu con el que nacieron las escuelas de negocio no es el que tienen ahora». «Estas instituciones se crearon con la idea de ayudar a la sociedad y para dar solución a los problemas globales. También su intención original era crear profesionales a semejanza de abogados y médicos», explica Khurana. Unos ideales que se han ido perdiendo con el tiempo para acabar en «la búsqueda del objetivo final de aumentar el valor de las acciones empresariales y conseguir beneficios a corto plazo».

Los tres problemas
Todo esto ha llevado a que las escuelas norteamericanas sufran tres problemas principalmente, según el profesor de la Harvard Business School: «El primero es que no se deben basar sólo en el puro negocio, sino que deben impartir también nociones de psicología o ética por ejemplo; el segundo es que los estudiantes no ven en estos centros un lugar donde se aprende, sino un sitio donde se teje una red de contactos, y se hace networking. Y por último, no existe un acuerdo entre todos los centros para impartir las mismas materias al alumnado, algo que sería impensable en otras disciplinas como la medicina o la abogacía».

Así, una vez identificados los problemas llega el momento de implantar soluciones para invertir la situación a la que han llegado estos centros de estudios. El profesor aboga por que los estudiantes hagan un juramento hipocrático al estilo de los médicos y abogados: «Como estos profesionales, los estudiantes de MBA acaban teniendo un papel relevante en la sociedad, y por eso deberían guiarse por unos estándares profesionales. Son necesarias ciertas normas cuando el trabajo puede afectar a la sociedad, como es en el caso de las grandes empresas». En este sentido, más de la mitad de los alumnos del MBA de Harvard se han graduado este año realizando este tipo de juramento, y «más de mil estudiantes de 125 universidades del mundo han acabado su formación asumiendo este compromiso. Son los alumnos, no las escuelas, los que están pidiendo el cambio», asegura Khurana, que considera asimismo que «estas instituciones deben ampliar los horizontes de los estudiantes, no reducirlos, como ocurre ahora al fijar el precio de la acción en el único fin que cumplir. Deben tener en cuenta aspectos que ahora no se tienen como el papel de las ONG, la creación de alianzas o la defensa de la opinión pública en la sociedad actual».

En cuanto a los alumnos, el profesor apunta que «las escuelas de negocio tienen que pensar un poco más en la clase de estudiantes que quieren tener, porque si éstos sólo se guían por su codicia y sus ambiciones será fatal para los centros de estudios».

Cambios difíciles
No obstante, esta transformación no queda exenta de dificultades: «Las escuelas de negocios son instituciones con un diseño y un funcionamiento muy arraigados desde sus comienzos, por lo que cambiar este modelo no será fácil. Y más, cuando la crisis ha puesto de manifiesto la calidad de la educación de estas escuelas. Por eso, los cambios deben ser profundos», advierte Khurana.
Dentro del funcionamiento de estas escuelas, el gurú del management destaca un «círculo» que se ha creado, que hace más difícil introducir los cambios: «Los estudiantes se gradúan y trabajan en entidades de prestigio. Esto da relevancia a la escuela en la que han estudiado, ganan mucho dinero, realizan donaciones a su centro, y a la vez esos trabajadores contratan a las nuevas generaciones. De este modo, las escuelas de negocio acaban moviéndose de acuerdo a las clasificaciones y a los salarios de sus ex alumnos». Sin embargo, la crisis ha desmontado parte de este sistema porque «muchos líderes que han estudiado en estos centros americanos han dirigido compañías que han tenido problemas», expone Khurana, que añade que «cuando comenzaron los escándalos, como el de Enron, no se reaccionó porque el sistema funcionaba bien. Pero la situación ha cambiado y se ha demostrado que algo no marcha bien en las escuelas de negocio».

Con todo, el profesor de la Harvard Business School considera que sus propuestas «no son una visión radical porque las escuelas de negocio han terminado siendo muy distintas a como se las concibió en un principio». «Mi intención no es ser un líder de los negocios, sino ser una conciencia crítica, y hay más gente que piensa como yo».

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