Entrevista al rector de El rector de la Universitat Jaume I

Francisco Toledo, quien mañana pronunciará su último discurso de apertura académica como rector de la UJI, relata que fue su predecesor, Fernando Romero, quien le convenció para presentar su candidatura al cargo hace ya más de ocho años. Y cuenta también que lo que más le frenaba era su celo por no someterse al escrutinio público. Ahora es un ámbito en el que se mueve como pez en el agua. A lo que se resiste -«no es el momento», argumenta- es a revelar cuál será su futuro. Ofertas no le faltan. La cuenta atrás hasta mayo de 2010, cuando concluirá su tercer mandato, ya ha comenzado.

-Sumará nueve años al frente del rectorado. Un periodo en el que el campus ha experimentado una metamorfosis sin precedentes. ¿Qué dejará por hacer?
-(Sonríe). ¡Uy! Todavía queda mucho por hacer, pero la Universitat es mucho más que infraestructuras y la aventura de generar conocimiento te lleva a querer y tener más posibilidades de crecer.
-¿Es el campus que se merece la Universitat Jaume I?
-Es el que nos merecemos todos los castellonenses, que está pensado con ambición en sus usos y con un presupuesto muy contenido en comparación con lo que se hace en otros campus o fuera.
-¿Cuál es el proyecto que más ha costado ‘parir’?
-Todos cuestan mucho.
-No me refiero al dinero.
-Lo más difícil, en casi todos los proyectos, es el consenso. La cultura de nuestro país no va por ese camino y en Castellón tenemos una historia reciente bastante lamentable: el desvío de la vía, el acceso al puerto, la N-340 en su día y la nacional ahora… Los grandes proyectos tienden a dividir y el mérito de la UJI es que ha sabido alcanzar un consenso interno y externo.
-Pero alguno habrá sido más complicado que otros.
-Creo que el parque científico se ha dilatado más de lo deseable a pesar de que es un proyecto fundamental no sólo para el futuro de la investigación en la Universitat sino también para diversificar el tejido industrial castellonense.
-Y Francisco Toledo se siente especialmente orgulloso de…
-Absolutamente de todos, aunque más que de las obras de lo que más orgulloso me siento es del apoyo cosechado. En estos ocho años siempre he encontrado a gente con ilusión y con ganas de sacar los proyectos adelante y eso ha sido lo más gratificante y lo que me ha dado fuerzas para seguir.
-La UJI acaba de estrenar su mayoría de edad pero se puede considerar una universidad consolidada.
-Sí, sin lugar a dudas. Además, con el parque científico se inicia una dimensión nueva en la Universitat en la que los rectores que vengan van a tener mucho que hacer. Hemos alcanzado un nivel de madurez muy positivo y los indicadores comparativos con otras universidades españolas así lo avalan. Hemos inculcado una potente cultura de investigación y de innovación y, a partir de ahora, el escalón que nos queda por subir no es ya el de calidad sino el de la excelencia. Queriendo ser pequeña, nuestro proyecto educativo siempre ha rondado los 15.000 estudiantes, podemos llegar a ser una universidad de referencia y nuestro futuro es dar el salto de la calidad reconocida a la excelencia internacional.
-Por eso optan a ser campus de excelencia internacional.
-Somos conscientes de que va a ser muy difícil que nos lo concedan porque sólo se seleccionarán 15 proyectos, así que es complicado que otorguen tres a la Comunitat (la de València y la Politècnica también concurren). Además, al mundo universitario no le huele bien por las fechas en que se ha convocado -en pleno verano- y por que en quince días vaya a estar resuelto. Seguro que habrá una componente política en la que algunas comunidades se verán primadas.
-Y en qué se basa el proyecto.
-En la idea de que la Universitat Jaume I quiere atraer talento a su campus, retenerlo y sacarle valor. ¿Cómo? Principalmente con el postgrado. Se ha demostrado ya con el Máster de la Paz y con el Erasmus Mundus que Castellón puede ser un buen lugar para venir a estudiar desde cualquier parte del mundo. El segundo elemento consistirá en el desarrollo de un modelo de colaboración entre Administración, empresas y Universitat que fomente la innovación y permita que parte de esos postgrados puedan tener una continuidad en empresas relacionadas con la universidad. Y ahí tiene un papel clave el parque científico. Nuestro modelo de campus de excelencia internacional aglutina talento con postgrado y con inserción laboral en una nueva economía basada en el conocimiento. En definitiva, convierte a la UJI en un motor de riqueza para el país.
-Tras ganar las elecciones de 2002 dijo que trabajaría por hacer de la Jaume I una universidad «autónoma, abierta y emprendedora». ¿Lo ha logrado?
-(Ríe) No recordaba haberlo dicho, gracias por recordármelo. Creo que se ha logrado y, sobre todo, en lo fundamental, que es la autonomía universitaria. Hacer entender a la sociedad y a los políticos que la Universitat a veces puede ser incómoda para el poder establecido nos suele generar muchos quebraderos de cabeza a los rectores. Pero autonomía no quiere decir independencia, sino compromiso con el desarrollo territorial y con la sociedad.
-Hagamos más memoria. Septiembre de 2006. Francisco Camps preside la apertura académica del curso y en su discurso usted le pide que paralice el proyecto de la VIU, a la que califica como «fuente de gasto público innecesario que debilitará el sistema universitario». No ha sido para tanto, ¿no?
-Dije algo más, que como proyecto podía tener un espacio de cooperación con las universidades y de proyección internacional del sistema universitario valenciano. Lo que le pedí al presidente es que paralizara el proyecto tal como se estaba planteando entonces y que lo impulsara contando con las universidades y siendo complementaria a ellas. Ahora no es una fuente de conflictos pero tampoco visualizo un proyecto claro.
-La financiación ha sido otro caballo de batalla. ¿En qué situación se encuentran las universidades?
-El acuerdo del pago aplazado de la deuda a 15 años ha sido muy positivo porque al menos nos permite planificar. Además, las universidades siempre hemos sido solidarias con el gobierno al entender que teníamos que buscar fórmulas para que financieramente fuera digerible esta deuda. Desde que se firmó, la Generalitat ha cumplido escrupulosamente con todos los pagos, con lo que gran parte de la tensión ha desaparecido. Ahora estamos negociando el nuevo plan de financiación, que no va por la línea de reclamar más recursos pero aportará una estabilidad financiera buena para todos.
-La petición de cesión de Hacienda desató una crisis institucional sin precedentes. ¿Tuvo algo que ver que le vincularan a la candidatura socialista a la alcaldía?
-Sin ninguna duda. Esa polémica fue muy tremenda para mí. Cuando solicité la cesión del edificio para la Universitat no esperaba ningún tipo de reacción, y menos como la que hubo. Ver al entonces subdelegado, Juan María Calles, y a mí juntos hizo que a mucha gente se le encendiesen todas las luces de alarma y lo vieron poco menos que como mi desembarco en la política. Durante todo el tiempo mantuve que no tenía ningún interés político y me negaba a hacer ninguna valoración sobre cuál iba a ser mi futuro porque ni me lo había planteado ni, honradamente, tenía por qué hacerlo.
-Pero, afortunadamente, las aguas volvieron a su cauce.
-La polémica cesó cuando al inicio de curso (2005/2006) anuncié que optaría a la reelección como rector. Visto con perspectiva histórica más de uno se dará cuenta de que fue innecesario todo lo que se hizo. Además, reivindicando el uso de la Audiencia Provincial, porque nosotros perseguíamos un proyecto institucional de estar en el casco urbano y nos daba igual un inmueble u otro, conseguimos desarmar las acciones vecinales o, mejor dicho, de los representantes vecinales que se habían activado de una forma más que sospechosa contra la UJI.
-Se enterró el hacha de guerra, pero cuatro años después ahí sigue la Audiencia, cerrada a cal y canto.
-Sí, eso es lo lamentable, que años después del acuerdo para su uso compartido el edificio de la Audiencia no esté disponibles y ése es un lujo que Castellón no puede permitirse. El acuerdo firmado el viernes con el Ayuntamiento parece haber desbloqueado el asunto de Hacienda.
-Aparquemos los desencuentros y centrémonos en los logros, aunque aún por certificar. ¿Ciencias de la Salud será la joya de la corona?
-De la UJI y de Castellón. Y es importante que todo el sector profesional esté detrás apoyando el proyecto porque los estudios de la salud otorgan una conexión con la sociedad muy fuerte. Y me satisface, además, el consenso político y social en torno a la Facultad de Ciencias de la Salud.
-A pesar del consenso en torno a Medicina tampoco se libra de la polémica, en este caso, por la ubicación. Mójese y dígame donde irá la Facultad.
-Siempre he sostenido que tener la Facultad en el campus es tremendamente importante para los estudiantes, por tanto, que la teórica se imparta en Riu Sec va a ser absolutamente imprescindible. Pero la formación que requieren estas áreas tiene un porcentaje elevadísimo de créditos hospitalarios y para ello vamos a contar con todos los hospitales. En cuanto a la oferta del alcalde de Vila-real siempre la he visto como algo positivo, pero la Universitat tiene su autonomía y debe diseñar el mejor proyecto posible para los estudiantes.
-La Universidad Cardenal Herrera CEU también quiere implantar Medicina en Castellón. ¿Se adelantará a la UJI como ha ocurrido con la titulación de Enfermería?
-Si todo sale bien, la UJI impartirá Medicina el año que viene. Que haya una oferta privada es algo que a mí, personalmente, no me preocupa, porque es una oferta totalmente diferente, con unos precios radicalmente distintos y, en todo caso, la competencia siempre es buena.
-Ha vivido otro de los cambios más profundos del sistema universitario, la convergencia europea. ¿Cómo afronta la UJI el Plan Bolonia?
-Como una oportunidad. Uno de los ejes fundamentales del Espacio Europeo de Educación Superior es la acreditación externa de las universidades, una exigencia que a nosotros nos llega en una situación de madurez por la cultura de innovación que hemos impulsado. En este momento de aguas turbulentas, nuestra Universitat puede salir fortalecida porque podemos aprovechar la autonomía que nos da la configuración de títulos y diferenciarnos.
-Una de las principales críticas a este proceso es que la universidad ha pasado a regirse por criterios mercantilistas.
-No es así. Ni en la declaración de Bolonia ni en lo que se está plasmando en las universidades esos criterios son ciertos. Nunca las universidades han tenido tanta autonomía como ahora para elaborar sus planes de estudio. Y en eso no estamos mediatizados ni por ninguna empresa ni por ningún poder económico. Lo que sí es cierto es que ha habido una visión de que el espacio europeo iba a encarecer la matrícula, pero se ha demostrado que no ha sido así.
-Para acabar, se imagina a Castellón sin la UJI.
-Yo no me lo imagino. Una universidad presencial es un elemento de desarrollo territorial clave. El conocimiento es lo que nos hace avanzar día a día de una manera vertiginosa. ¿Y dónde se genera ese conocimiento? En las universidades con la investigación. ¿Y dónde se transmite? En las universidades con la formación de grado, de postgrado y con los mecanismos de transferencia tecnológica con los que las universidades estamos llamados a tener un papel muchísimo más crucial en la sociedad actual. Un territorio sin esa fábrica, entre comillas, de conocimiento conectado a la sociedad está claramente en el pasado y vive de espaldas al futuro.

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