De Cuba a España, vía Texas

Eduardo Aguirre, orgulloso de su abuelo Antonio que nació en Muskiz (Vizcaya), se prepara para asumir la Embajada en nuestro país. Un codiciado puesto que forma parte de la trayectoria ascendente de este cubano-estadounidense de 57 años, con una meritoria experiencia en el mundo de la banca privada y una vieja relación desde Texas con George W. Bush.

Aguirre forma parte de ese grupo de niños que a comienzo de los años 60 fueron enviados con desesperación fuera de Cuba por sus padres para evitar ser indoctrinados por la dictadura comunista de Fidel Castro.  A través de la operación «Pedro Pan» unos 14.000 menores fueron recibidos en Miami y diseminados por todos los rincones de Estados Unidos. Grupo que aunque representa una pequeña parte del exilio cubano ha generado un llamativo porcentaje de destacados profesionales, empresarios y líderes políticos. Dentro de esta traumática tesitura de maduración acelerada, Eduardo Aguirre llegó a los quince años a Estados Unidos con su hermano pequeño.

Procedente de lo que él describe como «una familia trabajadora» y terminando en una institución católica de Nueva Orleans que, según sus recuerdos, incluía «gente dura y depredadores sexuales». Siendo el español su lengua materna, sus problemas con el inglés le causaron malas calificaciones escolares pero al final logró licenciare en Ciencias Empresariales por la Universidad Estatal de Luisiana. Su carrera en el sector privado se ha desarrollado en la industria bancaria de Estados Unidos, un mundo corporativo donde no es habitual encontrar hispanos en puestos de dirección. Aguirre, que empezó en 1969 como empleado del «Texas Commerce Bank», ha realizado la mayor parte de su carrera en el «Bank of America», una de las principales instituciones financieras del mundo. Llegando a convertirse en presidente de la rentable división de banca privada internacional con base en Houston y siendo reconocido durante varios años consecutivos como uno de los cien hispanos más influyentes de Estados Unidos por la revista «Hispanic Business Magazine». Durante los años 90, su relación con el entonces gobernador de Texas George W. Bush se tradujo en un nombramiento para ocupar uno de los nueve prestigiosos puestos el consejo de regentes de la Universidad de Houston, sirviendo entre 1996 y 1998 como su presidente. Un foro de administración académica en sintonía con su insistencia, expresada en el libro «Latino Success», a favor de la educación como «el gran igualador que supera diferencias de género, color, religión y origen nacional». Como parte de su destacado perfil cívico en Texas, el Tribunal Supremo estatal también le designó director no letrado del equivalente a colegio de abogados estatal.Tras la victoria presidencial de George W. Bush, Eduardo Aguirre formó parte del desembarco republicano en Washington al ser nominado en mayo de 2001 como vicepresidente y responsable ejecutivo del Banco Export-Import, agencia gubernamental independiente que ayuda a financiar miles de millones de dólares de exportaciones a mercados emergentes con la ayuda de préstamos, garantías y seguros. Puesto que le ha obligado a familiarizarse con cuestiones de comercio internacional y viajar por Iberoamérica, Europa y Asia. En febrero de 2003, Aguirre entró a formar parte de la mayor remodelación de la burocracia estadounidense desde el final de la Segunda Guerra Mundial: la creación del Departamento de Seguridad Interior. En esa nueva entidad surgida tras los atentados del 11-S, este inmigrante cubano fue nombrado precisamente director de servicios de ciudadanía e inmigración.

Puesto con rango de subsecretario que ocupa en la actualidad y en el que ha intentado aplicar su doble experiencia de refugiado y especialista bancario en atención al cliente. En este tiempo, Aguirre ha tenido oportunidad de participar en algunas de las emocionales ceremonias con las que cada año casi medio millón de inmigrantes legales acceden a la ciudadanía de EE.UU., incluidos tropa y suboficiales de las Fuerzas Armadas que tras servir en lugares como Irak han podido agilizar sus trámites gracias a una reforma aprobada hace tres años. Al mismo tiempo, Aguirre también ha tenido que lidiar con una organización que pese a tener 15.000 empleados y 250 oficinas es notoria por sus monumentales atrasos, tecnología anticuado y casi hostilidad hacia sus millones de «clientes» anuales. Eduardo Aguirre, que mantiene su casa en Houston, está casado con otra cubana, María Teresa, que también llegó a EE.UU. en la operación «Pedro Pan». El matrimonio tiene dos hijos mayores, Tessie y Eddy. Para asumir los sucesivos puestos de confianza desempeñados en Washington, Aguirre ha tenido que someterse ya en dos ocasiones al beneplácito del Senado federal. Si en esta tercera ocasión no se presentan complicaciones, podría tomar posesión de su puesto el mes de mayo. Hasta entonces, no hace declaraciones.

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